Sin respuestas (por suerte)
Seudónimo: “Rompiente”
Cuando azules abiertos entren los ojos al ocaso
migren hasta el próximo verano
las golondrinas que a ver nunca volverás
cuando en la curva derrapando
para siempre en tu boca las sílabas patinen
y sientas por el frío tornadas castañuelas las rodillas
cuando de tu mano los huesos pelados
solitarios se desprendan
¿qué flores nacerán?
Insaciable
Seudónimo: “Rompiente”
La diéresis en la vergüenza
el absurdo de medías 3 ¼
en los tobillos la desesperación de buscar
en las líneas el futuro atravesando como tigres
con los ojos vendados los círculos de fuego
reconocerse musgo piedra árbol tierra de comer
y nacer y morir para volver
desde el cabello hasta la punta del pájaro
buscar
serse al fin
a cada instante
vasos de agua
llenos de sed
Ayer
SEUDÓNIMO: AILIMÉ
Con furia
sopla el viento.
Sacude las ramas,
borra las hojas.
Llueve,
como si las puertas
del cielo
soltaran a borbotones,
las angustias
Estoy y no estoy.
Miro fijo la ventana,
la fuerza del ayer
me invade.
En el vidrio opaco
se dibuja tu silueta,
el cabello suelto
la figura elegante.
Me atrápale misterio.
Hasta respiro perfume,
tu vos
se desliza en el silencio.
No me animo.
Cae la tare
aún sopla el viento
llueve aún.
Te sumerges en las
tinieblas del ayer.
Solo queda
temblando en mi mano,
la flor de nácar
que lucías en mi pecho.
Noche trágica
SEUDÓNIMO: AILIMÉ
Las últimas luces del día mueren, cansadas, en brazos de la noche.
La luna se asoma lánguida, la rodea un aro de niebla que indica tormenta.
Poco a poco se cubre el cielo, las estrellas, temerosas, se esconden.
El viento helado, barre las calles; arrastra las hojas, que crujen al paso de aquel hombre, que
Aparece al doblar la esquina.
Los faroles, con su escasa luz, amarillenta, parecen cómplices de esta noche sombría.
Él, tapa su cara inclinando el sombrero negro; el viento se embolsa en el abrigo gris, y le da alas
de misterio.
Su paso es vacilante; por segundos para, se apoya en la pared. Pienso que esta borracho; de
pronto, al llegar al farol, apoya su espalda en el hierro, se desliza, hasta quedar sentado.
Con intriga pienso, divago, tratando de adivinar como es su vida.
Tal vez desvío el destino, cruzo mal; se equivoco.
Subió la escalera de la codicia buscando el triunfo; pero en cada escalón, pisó a seres queridos,
amigos, sin importarle. O tal vez, el pago a su bondad y dedicación fue la ingratitud o la traición.
Apure el paso; por fin estoy a su lado; creo que me espera.
Ya sin fuerzas, su voz quiso ser un grito, pero se apagó en la garganta reseca y fue solo un
gemido ó, tal vez un lamento.
¡Los… maté… a los dos!
Quedé petrificado; la mano teñida de sangre se desliza y cae inerte.
No eran las copas demás, como imaginé, lo que hacia su paso vacilante.
Vuelo
SEUDÓNIMO: AILIMÉ
Lomo dorado al sol
vuelo pausa, suave
como goce
en esa magia
de casi tocar el cielo.
El aleteo,
cada vez más leve…
cada vez más lento…
hasta rozar el suelo.
Las alas en descanso
aún mueven sus plumas
el viento ardiente
sus hojas negros brillantes
pero fijos, pero quietos.
Del pico abierto
una gota de sangre
mancha la arena,
se oculta el sol
tras una nube
y caen lágrimas
sobre el desierto.