Tus melodías
Hoy te pusiste a tocar
Hermosas melodías
Y al escucharte
Empecé a recordar
Un viaje realice
A lo más profundo
Y en mi corazón hallé
Este amor tan puro
Con tu cariño
Con tu amor descubrí
Lo hermoso de la vida
La alegría de vivir
En este viaje aprendí
Que sin ti
No puedo seguir
Y no puedo vivir
Gracias por este querer
Gracias porque puedo creer
En que los sueños
También son realidad
Gracias por este viaje
Que de el descubrí
Y recupere el amor dormido
Que solo siento por ti
Martin E. González
Escucha tu corazón
Porque la gente miente
Engaña, traiciona
Vistiendo a la verdad
Con puras palabras
Acaso no ven
Que se alejan
De ellos mismos
Y lastiman a todos
Escucha tu corazón
Ignora el miedo
El que dirán y ama
Sigue tu interior
Lucha por tus sueños
Con la verdad, confianza
Pero al menos así
Nunca solo estarás
Deja a un lado
Las diferencias
Y sueña un mundo mejor
Lleno de alegría
Lleno de amor
Confianza, caridad
Y por sobre todo
De sinceridad
Martin E. González
EL NER (1)
Me dicen “El Ner”; no es mi nombre, así me dicen. Tengo como doce años, más o menos, quizá menos. Mi cabeza está en muchos lugares al mismo tiempo; pienso y pienso…y mis oídos aprendieron a escuchar, por necesidad. Hago de todo, tengo que arreglármelas desde que tengo memoria. ¿Si estoy con alguien mayor? Una tía…a veces me trae ropa o comida. En realidad creo que no tiene nada que ver conmigo, pero ella quiere que yo le diga así, y yo le digo ¡qué va…! No me cuesta nada. ¿Hermanos? ¡Qué se yo! Creo que no, al menos no los conozco. Vivo con unos pibes ahora, nos acomodamos donde nos dejan. Por lo general en alguna galería, porche o cochera, abajo del puente…Es que a veces los lugares están ocupados y tenemos que buscar otros cuando se viene la noche, para no tener problemas con otros, los grandes. ¿Qué hago? Ya le dije, de todo…Junto cosas durante el día, con el carrito. Voy con “El Piojo” y “El Grano”. Seguro que esos tampoco son sus nombres, así les dicen… “El Piojo” porque está siempre rascándose la cabeza, tiene esos bichitos ¿vio?; y “El Grano” está lleno de un sarpullido rojo en la cara, como un rayador. Juntamos de todo: diarios, botellas, cartones, lo que la gente tira. Luego se lo vendemos a un tipo que viene a buscarlo con un camión y nos da algo de plata. Al Grano le da también otra cosa que a él le gusta, pero eso no se lo voy a contar, porque juré que no se lo iba a decir a nadie; son cosas de él; el Piojo y yo no nos metemos…Y sí, es muy feo estar en la calle, pero uno se acostumbra…lo peor es el invierno; miramos para adentro de las casas, las familias, junto a la estufa…Pero peor es que te internen; cuando era más chico yo estuve internado; no me gustaba estar encerrado, y los que te cuidan no te quieren, yo me doy cuenta. Por eso me escapé. Pero no todo fue malo; en ese tiempo aprendí a leer y a escribir. De los chicos yo soy el único que puede. El Grano y El Piojo no saben ¿vio?...y eso me hace sentir importante. Del internado me traje un libro, ¡espere que se lo muestro!, siempre lo llevo conmigo. Acá está: “El Principito”, es genial…porque él es un nene que está sólo, como yo y se encuentra con distintas personas y tiene que aprender cosas a la fuerza, como yo…Además leo los chistes de los diarios o los títulos de las revistas antes de dárselas al tipo del camión. De ahí viene lo de “El Ner” porque una vez me dijeron que los ners son los que saben de todo, porque estudian, así me dijeron. Por eso vine a verlo; yo quiero estudiar y leí que la escuela es obligatoria. Quiero anotarme. Le prometo que voy a venir todos los días, bien limpito. Con lo que gano en la calle me voy a comprar los libros y las carpetas… ¡por favor!...
No, nadie me puede anotar, ¿mamá? ¡Quién sabe!… ¿Documento de identidad? ¿Partida de nacimiento?...No, no tengo nada de eso…
(1) Así pronuncia el personaje la palabra “nerd” (en inglés significa “tonto”), adoptada aquí en el uso cotidiano, especialmente por adolescentes, para mencionar a alguien que estudia o lee mucho y se divierte poco.
Seudónimo: Letraviva
Seudónimo: Letraviva
Cada mañana se levanta muy temprano y rocía con agua fresca las plantas del jardín. Se queda un buen rato, mirando ese ángel o duende misterioso que sólo ella puede ver. Le habla y luego, indiferente a los posibles visitantes que suelen pasar de tanto en tanto por aquí, se mira fijamente en el cielo. Busca al pájaro azul sin duda, o tal vez a Campanita, el hada encantada. Cree que algún día, quizá por última vez, pasarán por su jardín y se posarán sobre las campánulas color zafiro, únicas por cierto, al menos en esta zona.
Cuenta Niní, su vecina de habitación, que conoce la razón de su aparente desconsuelo: dice que hay un él a quien desde hace mucho espera. Alguien que en su juventud le prometió volver. ¿Te habrás enamorado de un sueño al que puedes haber confundido con la realidad una mañana al despertar? ¿O es, tal vez, una ilusión que renace cada día? Porque él vendrá, sin duda, aunque el camino se acorte y el final este cada vez más cerca. La distancia es para nosotros un pasatiempo. Cada segundo es una vela colmada de presencias, encendida por los recuerdos.
Allí te veo, otra vez dando luz a mi existencia, porque lo que no sabes es que soy yo a quien esperas. Pareciera que a tu paso las calandrias se animan a intentar nuevos cantos, las mariposas aletean y danzan al son de esos trinos y las flores lucen más bellas en el jardín bajo tu ventana. ¡Ni hablar de las noches! ¡Las luciérnagas te rondan armoniosas para iluminar tu camino y llenan de brillo tu cabello gris!
Me gustaría creer que un día vas a verme, porque yo hace años que te observo. Desde mi ventanal, casi frente al tuyo, sigo uno a uno tus movimientos. Cada noche me quedo despierto hasta que la luz de tu cuarto se extingue. Sólo entonces apago yo también el velador, con la esperanza de poder compartir tus sueños. Y tantas veces me engaño al pensar que cuando alzas tus ojos me ves a mí, al pájaro azul que regresa.
Yo te obsequio esta flor, que es especial, Marita. Esta flor que renace cada día, es para vos.
Almas
I
Si pudiera llevar mi alma
por el camino del río
lo haría con pasos firmes
y corazón de niño.
Le preguntaría si quiere
quizá, jugar a la mancha
o a las escondidas
entre sombras si estoy perdido.
Juntarnos para siempre
y desafiar al olvido.
Poema II
Cuando claro al viento escuche
perderse cada mañana
entre hamacas balanceantes
y toboganes vacíos
esquivaré soledades,
palpitaré los silencios,
recuperaré la calma
y me quedaré dormido.
III
Canta una calandria
me lleva lejos su canto.
La dulce infancia regresa,
se instala cerca de mí.
Involuntarios recuerdos
devuelven paz a mis días
caricias del tiempo…
el pájaro debe saberlo
pues se aproxima sin miedo
y besa con su trino mi alma.
IV
Figuras errantes
en el caserón vacío…
Siluetas esfumadas
que transitan pasillos y rincones.
Cálidas voces
eco de quienes están ausentes.
Paredes despellejadas
que revelan pinceladas de otros tiempos,
colores…y más que eso: encierran sueños.
Son el reflejo de nuestras almas.
Sudónimo: Letraviva
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